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Lo primero que tuve que hacer fue pedir una carta en la universidad, después llegar a la escuela que quedaba más cerca de mi casa y convencer al conserje que mis intenciones eran nobles y mostrar algunas identificaciones para que me dejase pasar.
Ya dentro tuve que hacer fila, enfrente había tres madres de familia que iban a arreglar algún asunto con el director de la primaria. Después de aproximadamente una hora por fin logré pasar a la oficina del director.
Me presenté, le expliqué que venía de la universidad porque nos habían encargado realizar un proyecto y quería pedirle permiso para realizarlo en su escuela. La misión no fue tan complicada como pensé, él aceptó bastante rápido; lo malo fue que me mandó a peregrinar en todos y cada uno de los salones de la primaria (eran 15), donde debía de presentarme con el maestro o maestra y comentarle (suplicarle) que por favor me permitiera trabajar en su grupo.
Toqué la puerta del primer salón, era una maestra joven, se sorprendió un poco al verme, cuando le explique la razón de mi visita me contestó que estaba muy ocupada con el grupo, que iban atrasados, etc.
Nota: Cuando nos mandan a prácticas en escuelas es bastante común que los profesores se nieguen a dejarnos trabajar en su salón, principalmente porque piensan que vamos a criticar su clase y a estarlos evaluando. Cosa que es cierta en algunas ocasiones, pero si llevan a cabo su clase de forma apropiada ¿Por qué les da tanto miedo? (Aunque también hay otros que son muy huevones como para contestarte una entrevista. )
En fin, en vista del éxito no obtenido recurrí a tácticas de espionaje sofisticadas, en este caso me fui al “puestesito” de la escuela y con el pretexto de comprar un agua, comencé a “sopearme” (ósea interrogar de manera muy sutil) a la señora dependienta. Le comenté que venía a realizar una práctica y luego ya más entradas en la plática le pregunté:
-Oiga y usted ¿con que maestra me recomienda trabajar?, una que sea buena onda.
- Pues hay varias que son buena gente. ¿De qué grado necesitabas?
- Del que sea, pero de preferencia que no sean muy chiquitos porque tengo que hacer entrevistas y es más sencillo con niños ya más grandecitos.
- Ah pues, la maestra Tenchita es un pan de dios, ella tiene tercero, yo creo que si le dices ella si te ayuda, es muy buena persona. Su salón es ese de allá en la tercera puerta.
Entonces ahora sí, ya con algunas referencias positivas toqué a su puerta. Era ya una mujer mayor, chaparrita, de cabello canoso. Me recibió muy amable, le dije porque estaba ahí y ella sin titubear aceptó ayudarme en todo lo que necesitara.
A la hora del recreo la pobre sacrificó sus 30 minutos de descanso para darle respuestas a mi entrevista, bastante extensa por cierto. Me contó sobre su experiencia, tanto como maestra en una escuela de la sierra de Chihuahua, y también cuando trabajó en una escuela particular ya cuando vivía en la ciudad.
¡Qué bueno! La señora dependienta no se había equivocado la maestra Tenchita era bien “buena onda”.