miércoles, 22 de diciembre de 2010

Van a tener que ir a una escuela y...


Esta entrada tiene un Post de referencia

Lo primero que tuve que hacer fue pedir una carta en la universidad, después llegar a la escuela que quedaba más cerca de mi casa y convencer al conserje que mis intenciones eran nobles y mostrar algunas identificaciones para que me dejase pasar.

Ya dentro tuve que hacer fila, enfrente había tres madres de familia que iban a arreglar algún asunto con el director de la primaria. Después de aproximadamente una hora por fin logré pasar a la oficina del director.

Me presenté, le expliqué que venía de la universidad porque nos habían encargado realizar un proyecto y quería pedirle permiso para realizarlo en su escuela. La misión no fue tan complicada como pensé, él aceptó bastante rápido; lo malo fue que me mandó a peregrinar en todos y cada uno de los salones de la primaria (eran 15), donde debía de presentarme con el maestro o maestra y comentarle (suplicarle) que por favor me permitiera trabajar en su grupo.

Toqué la puerta del primer salón, era una maestra joven, se sorprendió un poco al verme, cuando le explique la razón de mi visita me contestó que estaba muy ocupada con el grupo, que iban atrasados, etc.

Nota: Cuando nos mandan a prácticas en escuelas es bastante común que los profesores se nieguen a dejarnos trabajar en su salón, principalmente porque piensan que vamos a criticar su clase y a estarlos evaluando. Cosa que es cierta en algunas ocasiones, pero si llevan a cabo su clase de forma apropiada ¿Por qué les da tanto miedo? (Aunque también hay otros que son muy huevones como para contestarte una entrevista. )

En fin, en vista del éxito no obtenido recurrí a tácticas de espionaje sofisticadas, en este caso me fui al “puestesito” de la escuela y con el pretexto de comprar un agua, comencé a “sopearme” (ósea interrogar de manera muy sutil) a la señora dependienta. Le comenté que venía a realizar una práctica y luego ya más entradas en la plática le pregunté:

-Oiga y usted ¿con que maestra me recomienda trabajar?, una que sea buena onda.

- Pues hay varias que son buena gente. ¿De qué grado necesitabas?

- Del que sea, pero de preferencia que no sean muy chiquitos porque tengo que hacer entrevistas y es más sencillo con niños ya más grandecitos.

- Ah pues, la maestra Tenchita es un pan de dios, ella tiene tercero, yo creo que si le dices ella si te ayuda, es muy buena persona. Su salón es ese de allá en la tercera puerta.

Entonces ahora sí, ya con algunas referencias positivas toqué a su puerta. Era ya una mujer mayor, chaparrita, de cabello canoso. Me recibió muy amable, le dije porque estaba ahí y ella sin titubear aceptó ayudarme en todo lo que necesitara.

A la hora del recreo la pobre sacrificó sus 30 minutos de descanso para darle respuestas a mi entrevista, bastante extensa por cierto. Me contó sobre su experiencia, tanto como maestra en una escuela de la sierra de Chihuahua, y también cuando trabajó en una escuela particular ya cuando vivía en la ciudad.

¡Qué bueno! La señora dependienta no se había equivocado la maestra Tenchita era bien “buena onda”.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Mi maestro Carlos Arturo


Carlos Arturo es mi maestro de lenguaje de señas. Una de las personas ante las que cuales me quito el sombrero, siempre con una actitud positiva, y con la paciencia del mundo hacía sus alumnos. Juntó con Wendy, su esposa, dirigió la clase en la universidad, es increible ver el cariño con el que se tratan el uno al otro, y también lo es conocer su historia.

Me gusta mucho platicar con él, por que ahí como lo ven tan seriecito, se la pasa contando chistes. Espero algún día hacerlo completamente a través del lenguaje de señas, y dejar de usar el abecedario dactilológico.

sábado, 18 de diciembre de 2010

El niño "sicario"


Para comenzar aclaro algo, el niño no era un sicario, sin embargo fue el apodo con el que se le conoció entre mis amigos, que me decían “¿cómo te fue con el niño sicario?” a continuación relato el por qué se ganó este apodo.

Como parte del trabajo en una materia de la universidad me enviaron a realizar un proyecto de intervención psicopedagógica a una primaria. A partir de mis observaciones o directamente por pedido de la maestra, tenía que trabajar con uno de los niños del salón, obviamente con aquel que presentase alguna problemática de conducta o de aprovechamiento escolar.

Al primer día que conocí a la profesora y le expliqué de qué se trataba el proyecto, ella de inmediato me presentó a sus dos candidatos, a pesar de que uno de ellos no había ido ese día a clase.

El candidato número uno era Juan, a quien la maestra describió como “la piel de Judas”, me explicó que nunca ponía atención y que era muy malcriado.

El segundo candidato era Kevin, la maestra me señaló discretamente cuál de todos los niños era, luego comenzó a contarme sobre él. Para comenzar el niño tenía ideas muy sangrientas, violentas, rayaban en lo cruel y despiadado. Cuando se enojaba con algún compañero lo amenazaba diciéndoles que los iba a matar a ellos o a su familia.

La maestra me enseñó algunos dibujos, eran primordialmente personas muertas y ensangrentadas. Si le preguntabas sobre sus sanguinarias obras de arte, él sin ningún tapujo explicaba a detalle que representaban.

Sé muy bien que el hecho de que un niño dibuje personas muertas no quiere decir que tenga algún problema de índole psiquiátrica, sin embargo las amenazas que hacía a los compañeros eran verdaderamente impactantes, dignas de un guión de alguna película de terror.

La profesora me comentó que ya había hablado con el abuelo del niño, pues era quien se encargaba de él. Supuestamente ya lo habían llevado con un psiquiatra hacía algún tiempo, pero lo dejaron de llevar porque era muy caro y ellos no eran una familia con los ingresos necesarios para pagar un especialista.

Unos días después volví a visitar al grupo de la maestra Tenchita (así se llamaba o le decían), esta vez sí estaba presente Juan, el otro candidato.

A pesar de haberme dado dos opciones al inicio, esta vez me pidió que por favor trabajara con Kevin. En realidad era prácticamente una súplica desesperada de ayuda, no sabía qué hacer con él.

Sin embargo yo no pude aceptar tal petición, por lo visto el caso era bastante serio. Yo y mi poca experiencia, no nos sentíamos capacitadas para trabajar con el niño. Aún hoy considero que hubiera sido una irresponsabilidad.

Ella me permitió trabajar con Juan, experiencia que contaré en otro post pues es bastante larga.

Durante el tiempo que duré acudiendo a la primaria (un poco más de 4 meses) Kevin siguió sin recibir apoyo psicológico, creo que su familia lejos de no poder, no quería.

Lo último que supe es que la maestra Tenchita había pedido su año sabático pues además de que ya es una mujer mayor, las constantes amenazas de Kevin, y no me refiero a las que hacía a sus compañeros, sino a ella misma, (el niño le gritaba "Te voy a matar" enfrente de todo el grupo); comenzaban a afectar cada vez más sus nervios, al grado de sufrir ataques de ansiedad.

Los niños y los borrachos...


Algunas veces es gracioso, otras preocupante, los estudiantes cuentan muchas cosas a las maestras o maestros, que sus padres preferirían que se quedasen en casa. Sobre todo en preescolar y los primeros años de la primaria los niños aún no distinguen claramente aquello que se puede ventilar y lo que no.

Relatos detallados de las pelas de sus padres, lo que se gritaban, lo que se aventaban. Se da cuenta uno hasta de las infidelidades dentro de la pareja.

A una compañera le toco escuchar de boca de una de sus alumnas como un día ella había sido testigo de una situación en la alcoba de sus padres bastante incómoda, pero lo peor fue que los involucrados no eran papá y mamá, sino mamá y el señor que iba a fumigar la casa. La niña estaba verdaderamente afectada, en shock, tanto así que se le tuvo que canalizar a un psicólogo pues su conducta cambió mucho y ya no quería hablar con nadie.

También están las ocasiones en que los niños desenmascaran a mamá. Como aquella vez que una madre de familia llegó explicándome en demasía preocupada, el porqué de la falta de su hijo a la clase, y entre lágrimas me relataba que la operación de urgencia realizada a su hermana había sido tan difícil para toda la familia.

A la hora del recreo yo no tuve siquiera que preguntarle al niño, él comenzó a decirme que había faltado porque sus mamá quería ir a El Paso TX, a comprar unos zapatos que estaban en especial, y como la fila en el puente internacional estaba muy larga se tenían que ir temprano.

Recuerdo que al principio del curso les encargué a todos los niños un cuaderno, y uno de ellos no lo trajo.

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Yo -¿No trajiste tu cuaderno?

Estudiante - No

-¿Porqué?

-Es que le dije a mi mamá que necesitaba uno, y me dijo que no estuviera chingando.

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Hay ocasiones en que uno se da cuenta de cierta información pero a través de las pláticas entre los niños. Y es muy gracioso escuchar sus relatos que incluyen palabras como fajas, calzones, pelos...en fin

Al final no nos queda más que recibir a las mamás o papás a la hora de la salida con una sonrisa amable, y guardar la cara de desaprobación o la carcajada para cuando se hayan ido.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Una sorda escribe


A veces me gustaría escuchar…

Para escuchar el canto de los pájaros.
Conocer las voces de mi familia,
Escuchar música, saber como es mi voz
Tengo vista y se que este mundo es hermoso,

No puedo hablar… nunca aprendí.

Lo que a veces no entiendo es por que
A las personas se les ve su cara triste
Como enojados, muchas de las veces conmigo.

Cuando muevo mi boca se tapan los oídos.

En ese momento siento algo muy feo en mi garganta
Y sale agua de mis ojos. Mi mente sí escucha
Y también habla igual que mi corazón.
No soy sorda completa ni muda tampoco.
Solo tengo esas dos partes en lo más profundo.

Vivo en completo silencio…

Nunca saben cuando tengo dolor…
Nunca me dejan usar esos aparatos donde sale mucha gente
Todos se quedan inmóviles… eso les roba la atención
Se ríen y yo me río, aplauden y yo aplaudo
Brincan y yo brinco… parece que esas cosas dan alegría.
A veces se quedan quietos yo me quedo igual
Pero de un de repente sin darme cuenta todos se van.

No se que es lo que hago mal… si solo vivo para amar
Solo hay un hombre que sabe escucharme aun cuando
No se hablar, y yo puedo escucharlo aun cuando la sorda
Me suelen llamar.

Ese hombre se llama “DIOS” es el hombre que solo sabe amar.


Fuente: http://yessicalua.wordpress.com/una-sorda-escribe/

viernes, 10 de diciembre de 2010

El consentido de la maestra


Sí, nos repiten una y otra vez que no debemos hacer distinciones con ningún niño, debemos tratarlos a todos por igual. Pero muy dentro de nosotros sabemos que es imposible, siempre habrá estudiantes con los que se tiene mayor afinidad, aquellos que se les toma cariño. Por supuesto también sucede lo contrario, hay niños que a veces caen mal y uno casi levanta la vista al cielo y agradece cuando faltan a clases.

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Amiga -¿Verdad que está mal que los maestros tengan a sus favoritos?

Yo - Eso siempre pasa, pero debes tratar que no se note. Ósea no vas a llegar diciéndoles “Miren niños les traje dulces, y a ti Fulanita un pony”

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En lo personal no puedo evitarlo, a los pocos días existe ya algún niño o niña, del cual disfruto más la compañía que de los demás. Generalmente logro establecer mejores relaciones con los niños que con las niñas. Tal vez porque prefiero hablar de futbol y de Dragon Ball, que de Patito y sus mundos de caramelo.

Y es que debo reconocer que siempre he pensado que los hombres son menos complicados que las mujeres, incluso desde la primaria. Había días en que las peleas tontas de mis amiguitas ¡me hartaban tanto!, ¿No podía alguien ceder y ser la power ranger amarilla solo por un día?

En esos momentos yo prefería irme con los niños, y aventar globos con agua a las casas que estaban del otro lado de la barda de la escuela. (Aclaró que ya he pagado por esto, el karma se lo cobró bastante bien por cierto, cuando los niños en la guardería comenzaron a aventar piedras, papeles y juguetes a las casas contiguas y la vecina llegó iracunda a reclamarnos).

Las veces que he llegado a conocer a un grupo nuevo intento no tener consentidos, pero ¿cómo no iba a querer tanto a Natanael?, el tan bonito, tan educado; y como me gustaba pasar mi mano por su cabello, solo comparable al césped, pero esponjoso y suavesito. Un día me confeso que su peculiar y sedoso cabello se debía a que todas las semanas su mamá le cortaba las puntas.

Y qué decir de Cristóbal, que no podía pronunciar la “r”, y que aunque era muy travieso y peleonero, lloraba con tanto sentimiento que todos lo perdonábamos y terminábamos consolándolo.

Lidia, siempre tan servicial, me ayudaba a borrar el pizarrón y siempre terminaba con los cachetes pintados. Su vocecita con acento Veracruzano siempre platicándome todo lo que había hecho en la semana. Me dio una de mis alegrías como maestra cuando me dijo “Gracias maestra, he aprendido mucho, yo no sabía nada, pensé que no iba a poder, pero ahora ya sé” T_T.

A todos los niños les vas tomando cariño, incluso a esos que le dificultan tanto la vida a uno, pero siempre hay aquellos que tienen un lugar muy especial, un pedacito VIP del corazón de los maestros.


jueves, 9 de diciembre de 2010

Dibs en busca del YO



Dibs en busca del YO, de Virginia M. Axline, es un libro bastante cliché para los estudiantes de psicología, por lo que me enteré es algo así como el Don Quijote en la secundaria, o por lo menos hace algunos años así era.

En lo personal me gustó mucho, aborda la terapia del juego a través de una historia bastante ágil sobre un niño con comportamientos "anormales", y relata como la doctora va llevando a cabo cada sesión.

Al principio tarde bastante en abrirlo y comenzar a leer, pero una vez que lo hice no podía parar, principalmente por que quería conocer el por que del comportamiento del niño, ¿ Quién era el culpable?, obviamente existía uno, desde el inicio de vislumbra que la familia del niño tiene también bastantes comportamientos "anormales".

El libro era parte de las lecturas de la clase de Ludoterapia y sin embargo yo me lo estaba leyendo como si fuera una novela de suspenso, donde se trata de encontrar al culpable de un asesinato, aunque hasta cierto punto. a Dibs le habían dejado el espíritu bastante malherido.

A pesar de lo que se podría pensar el libro es bastante digerible para cualquier persona, aunque no tenga ningún conocimiento en temas de psicología.

Al final Dibs fue feliz, y yo también.

Centro de atención al menor y a la familia


El CAMEF tiene la función primordial de brindar posibilidades de seguir estudiando a jóvenes que van desfasados de su nivel escolar, ya sea por cuestiones económicas o cualquiera que esta sea. Durante la visita todo el personal se porto de manera amable y atenta. A pesar de que en un principio no dije que iba de parte de mi universidad la atención fue muy buena, el lugar es limpio, espacioso, bastante agradable.

Centro Suroriente.

Dirección:

Calle Tres cumbres, #1307 Colonia Morelos III

Teléfonos:

6 24 06 18 y

6 24 47 27

Horarios de atención general

8:00 am – 7:00pm

Servicios que se brindan en al área de psicología

Terapia individual

Terapia grupal de niños

Terapia grupal de adultos

Terapia de aprendizajes niños

Escuela de padres

Superación personal

Servicios que se brindan en al área trabajo social

Orientación

Canalización (público en general)

Estudio socio económico

Servicios que se brindan en al área de talleres

Piñatería

Cerámica

Carpintería

Computación

Estética (público en general)

Servicios que se brindan en al área educativa

Primaria - De 10 a 14 años

$100 pesos por semestre

Horario - Lunes a Viernes de 8:30 a 2:30


Secundaria

Turno Matutino de 15 a 17 años Lun – Vie 8:30 – 2:30

Turno Vespertino 15 años en adelante Lun, Mier, Vier 4:00 a 6:00 PM

(Los estudiantes de primaria y secundaria reciben desayuno y comida gratis, el centro cuenta con un comedor y un cocinero que se encarga de preparar los alimentos)

Preparatoria

$50 pesos por examen

Mar y Jue de 4 a 6 PM

La información que presentada corresponde al CAMEF Suroriente, sin embargo existen 3 centros más en Cd. Juárez Chihuahua.

Camef Sevilla:
Ubicado en Calle Sevilla y Sanders 4165 en la Colonia Santa Rosa, para más información llamar al 630-70-40 o 41.

Camef Zapata:
Ubicado en Calle Álvaro Obregón 2400 en la Colonia Emiliano Zapata, para más información llamar al 612-42-88.

Camef Siglo XXI: Ubicado en Calle Arroyo Café y Río Grande No. 8680 en la Colonia Siglo XXI, para mas información llamar a los telefonos 684-22-00 y 684-23-35.


martes, 7 de diciembre de 2010

!La teacher está out goey!



La planeación resultó algo defectuosa, exceso de tiempo y falta de actividades. Los niños estaban ya artos de seguir repasando multiplicaciones y divisiones. Ya sé, vamos a jugar a algo.
Dos equipos, un pizarrón, dos marcadores y muchos papelitos.

Cada equipo debía sacar un papelito, ver el nombre del personaje que estaba escrito y dibujarlo (o por lo menos intentar), en el pizarrón para que sus compañeros de equipo adivinaran.

El juego transcurrió sin ninguna eventualidad, salvo algunas risas por los dibujos tan... ¿Abstractos?

Era el turno de otra de las niñas, sacó el papelito, lo abrió y
- Maestra ¿Qué es eso?
- ¿Qué es qué?
- Esto – Me dio el papelito, inicialmente supuse que no le entendía a mi letra. Tome el papel y le leí.
- ¿Cómo que, qué es? Pues ¡Garfield!
- ¿Qué es eso?
- ¡Garfield!

Mi pequeña estudiante seguía con cara de no tener ni la más mínima idea de lo que le estaba hablando; y yo seguía intentando que ella recordara al gato naranja que comía lasaña y aventaba a su amiguito perro del sillón.

- ¡Garfield, el gato de la caricatura!

Mis esfuerzos eran inútiles, ella no lo recordaba. Eso pensé yo, que no lo recordaba.

Estaba bien, se anulaba ese papel y ella tomaría otro. Todo su equipo preguntaba el por qué, yo les explique que su compañera no conocía al personaje y entonces todos los niños comenzaron a pregúntame que decía el papel.

Yo exclame - !Garfield! - , teniendo la certeza de que a continuación escucharía un –Ahhhh… que fácil- o - ¿Cómo no conoces a Garfield?- como reclamo a su compañera.
Sin embargo todos se quedaron en silencio, yo sonreía y repasaba con la mirada sus caras buscando una expresión que me diera respuesta.

Entonces escuché
-¿Quién es ese?
Y volví a comenzar, pero esta vez de forma grupal - ¡Garfield!, el gato ese anaranjado-
Seguía sin haber respuesta, - ¿Alguien conoce a Garfield?
Todos me contestaron: ¡no!

No es que no recordaran al gato panzón, es que ¡no lo conocían!. La idea atormentó mi mente, ¿Cómo que no conocían a Garfield?, si hace poco yo llegaba de la primaria y ahí estaba en la televisión junto con sus amigos, el huevo ese con patas, el cerdo y el pato que tenía un salvavidas puesto, que a su vez tenía un adorno igual a su cabeza… bueno los que vieron la caricatura me entenderán.

En ese instante caí en cuenta que de ahora en adelante tendría que hablar como mis maestros o mis papás, y anteponer la frase “en mis tiempos” a cualquier descripción de personaje y/o programa, canción, artista del que quisiera hablar y que no sea ya tan famoso en la actualidad. Ahora sería yo la que dijera “pues unos monos que salen en una caricatura…” y después de esto diría un nombre pronunciándolo incorrectamente, así como tantas veces escuché hacer a “los adultos”, como ejemplo puedo citar:

“pues unos monos que salen en una caricatura, que se pelean y lanzan rayos, los pokedragones o quien sabe cómo se llaman”
(Nunca supe si se referían a Pokémon o a Dragon Ball)

Después de este traumático evento me vi en la penosa necesidad de “googlear” aquellos términos que escuchaba en el salón como “Bakugan”, “Ben 10”, y obviamente hacer casi una investigación documental sobre la WWE.

Ahora yo era “los adultos”, en el inicio de mi segunda década de vida esos niños me hicieron sentir completamente OUT.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Que asco me da




Era Sábado, de esos en los que lo que uno menos quiere es levantarse, pero tenía que hacerlo había 15 niños esperándome. Teníamos que seguir repasando los temas de español y matemáticas para que pudieran mejorar sus calificaciones. En un día teníamos que repasar lo de toda una semana, les decían tutorías, pero yo lo llamaría clases condensadas.

Llegué temprano y como siempre ya había niños en la escuela, aproveche para platicar con ellos, ¿Cómo les había ido durante la semana?, ¿Qué temas vieron?, etc.
Se pusieron alrededor del escritorio, eran 4 peques, un niño y tres niñas. Empezaron a hablar sobre sus clases, pronto sería lunes de nuevo. Mientras yo buscaba mi cuaderno donde traía la lista, siempre se pierde, o mejor dicho lo pierdo.
Violeta comenzó a hacer caras de enojo, y escuché palabras como “!no!, ! Que flojera!”, entonces fijé mi atención de nuevo en ellos.

-¿No que?
-No queremos venir a la escuela
-Y eso ¿Por qué?
-Es que el profe se enojó mucho ayer, y va a venir enojado el lunes
¿Por qué se enojó?

A partir de esta frase, todos comenzaron a hablar al mismo tiempo, escuchaba todas sus vocecitas revueltas en un mar de quejidos y “efectos de sonido”
-A ver, no entiendo nada, uno explíqueme.

Violeta comenzó a relatar lo acontecido:
-Es que el viernes el profe se enojó con Giovanni por que estaba jugando con otro niño del salón.

Giovanni interrumpió
- No! Yo no estaba ¡jugando! él me estaba molestando!, a ver, yo le explico tú no sabes nada. Es que yo aventé una bola de papel a el niño y como el profe me vio se enojó, pero se la aventé porque me “hacía caras”.

Ahora Violeta lo interrumpió a él.
- Si, y entonces le dio un bachón.
Yo – ¿Cómo que le dio un bachón?

Jéssica – Si, es que el profe nos da bachones, con esto (y me señalo sus nudillos), y si duele, a mí una vez me dio uno.

Al unísono escuché un ¡A mí también!, a partir de ahí todos comenzaron a contarme lo que el profesor les había hecho, a ellos y a otros compañeros. En resumen les pegaba con un “lápiz aguado”, esos lápices que se pusieron de moda un tiempo que eran muy flexibles, también les daba “bachones”, pero el climax del relato vino cuando me preguntaron:

Violeta – Si ¿se fijó el otro día que vino usted a hablar con él?
Yo - ¿En qué?
Violeta – En el “latiguito” que trae, ahí colgado de la mano.

A lo que Violeta se refería era a una cuarta, que traía amarrada a su muñeca, y la cual era usada para castigarlos, golpeándoles las palmas de las manos. Ese día incluso Giovanni me enseñó las marcas que le había dejado en la mano.

Ese profesor me cayó mal desde el primer día que lo conocí, por prepotente y acosador, pero no pensé que hiciera eso con sus alumnos. Me escandalicé más al recordar su comentario ese día “Yo estudié para ser maestro de preescolar, pero pues me mandaron para acá”, si a estas criaturas de cuarto año las trataba así, no quería ni imaginarlo con niños de 4 años.

Lo primero que hice fue platicarle a mi compañera, que tampoco podía creerlo. Después con los demás tutores, todos difirieron en ¿Cómo actuar?, pero coincidimos en que teníamos que hacerlo. Hablamos con nuestro coordinador, quien a su vez habló con su jefa, y ella habló con la subdirectora.

¿Acaso se fue el profesor?, no.

Comenzamos a aleccionar a los niños sobre el maltrato infantil, a decirles que les dijeran a sus papás, pero sus respuestas me sorprendieron.

ellos - No, no hagan nada, es que si dicen algo el profe se va a enojar más
yo - Pero es que está mal, no vamos a dejar que el siga haciendo esto.
ellos - Maestra, es que si alguien nos pregunta vamos a decir que no es cierto, si alguien nos pregunta si nos pega vamos a decir que no, y van a pensar que ustedes dijeron mentiras. Al cabo ya falta poco para que termine el año.

Hicimos presión de nuevo, esta vez la jefa, de la jefa de nuestro coordinador, según nos dijeron, habló con los directivos. Y de pasada nos dijeron que dejáramos ese asunto en sus manos.

¿Ahora si lo corrieron? NO

No estábamos ante un profesor con mal carácter, era un hombre abusivo que los estaba violentando físicamente, y no pudieron correrlo.

¿Cuantos casos conocemos de profesores a los que solo cambian de plantel, a los que los mismos directores encubren?

Me acordé de una plática con mi maestra de recursos didácticos:
- Pero ¿cómo el sindicato puede defender con uñas y dientes a un profesor que abusó a una niña?
- Es que esa es la labor del sindicato, defenderlo a pesar de todo.
- Debería ser todo lo contrario, deberían de darle la espalda, está ensuciando el nombre del gremio.
- Si así debería ser, pero no es.
- Hasta asco me da.

La maestra solo me hizo un gesto dándome a entender que ella pensaba lo mismo.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Orgasmo intelectual




Enamorarse del profesor o profesora es algo bastante común, desde el jardín de niños hasta la universidad. El primer factor puede ser, obviamente, que el profe o la maestra nos parezcan guapos/bonitas, pero en muchas ocasiones no es así, es la admiración tan grande que sentimos por ellos lo que nos hace “enamorarnos”.

A pesar de que una relación entre un profesor y una alumna, o maestra y alumno, no es bien vista aún a nivel universitario, es peor aun cuando se plantea este problema en la primaria, o secundaria. Estas ilusiones pubertas pueden traer problemas realmente serios para un profesor, que pasa automáticamente a una posición bastante vulnerable para su trabajo y su reputación, incluso en un aspecto legal. Me refiero en los casos donde el maestro se da cuenta de que está siendo “seducido” por alguna alumna, ¿Cuál es la mejor forma de reaccionar al ser el objeto del amor de una estudiante?, si él como maestro lleva todas las de perder, solo hace falta un acusación de parte de la jovencita para que la imagen del maestro se ponga en entredicho por completo, y seamos sinceros ¿A quién es más fácil creerle?, por esto mismo es importante que en caso de que en un plantel educativo se presente un problema de esta naturaleza se investigue a fondo, para evitar cometer una injusticia.

Toda esta reflexión me recordó una vez que estábamos hablando sobre una maestra de la universidad, el como la admirábamos y lo impresionante de sus clases/discursos, la amábamos tanto hombres como mujeres, pero uno de los compañeros era especialmente admirador suyo, tanto, que en uno de los silencios de la plática dejó salir un suspiro y dijo: - Si yo estuviera más grande si me casaba con ella – Todos nos reinos e hicimos cara de “no es para tanto”, sin embargo él reforzó su recién hecha confesión, - Enserio, yo si me casaba con ella, es tan… tan… no sé, tan inteligente-
Después de tan apasionada confesión, y digo apasionada por las expresiones que hacía su rostro al intentar describir el porqué de su amor, nos quedamos un poco confundidos, la maestra era brillante, sin embargo ya era una señora bastante mayor.
Después otro de las muchachos formuló una hipótesis, “es que le produce orgasmos intelectuales”, definición que causó risa en toda la mesa, pero que en ciertas circunstancias es bastante atinada.

Piaget en sus Seis estudios de psicología, menciona que durante la pubertad/adolescencia “El amor es más bien una especie de proyección totalmente ideal en un ser real.” Es justamente lo que ocurre en estos casos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Maestra ¿Qué significa bitch?




Estaba escribiendo en el pizarrón, Ernesto se me acercó y me jaló de la manga

– Maestra

Yo seguí escribiendo y le dije

- ¿Qué pasó?,
- ¿Qué significa bitch?

Entonces si solté el gis y voltee a verlo

- ¿Cómo?
- Bitch

Tenía que pensar en una buena respuesta, así que traté de conseguir más tiempo, diciéndole

- Ok, déjame acabo de escribir esto y te digo ¿sí?

En 30 segundos en mi mente se desplegaron varías respuestas y sus respectivas consecuencias. Algo así (Ver gráfico 1.0)


Gráfico 1.0

Decidí por la tercera opción.

Entonces el angelito dijo, ! váyase a la ver...!



Otra práctica, esta vez era un jardín de niños, muy temprano estábamos ahí en la escuela esperando a que llegará la directora. Para nuestra sorpresa la directora no sabía siquiera que íbamos a ir a su escuela, pero creo que fue tanta la alegría que les dio a las maestras que eso no importó. Iban a tener un descanso ese día por que nosotras nos íbamos a quedar con el grupo, nos dividimos en parejas y nos fue asignado un salón.
La maestra que nos tocó se portó muy amable, en cuanto entramos nos presentó con sus niños.

- Ellas son dos amiguitas que van a estar con nosotros el día de hoy, a ver saluden.
- Buenoooossss diiiaassss

Comenzó explicándonos que actividades iban a realizar ese día, estaban practicando las sumas y restas, empezó a sacar material, palitos de madera y dados. Dividió a los niños en tres equipos y cada una de nosotras se iba a encargar de un grupo.
Apenas estábamos repartiendo el material cuando la maestra comenzó a llamarle la atención a uno de los niños, ella había pedido que se sentaran y él no hacía caso.

Enseguida fue imposible ignorar el problema que se estaba suscitando, mi compañera y yo volteábamos a ver a la maestra sonriendo con una expresión de – no se apure, así son los niños- y ella nos respondía con una sonrisa, que quería transmitir lo mismo, pero que en cambio nos daba a entender que estaba preocupada, que le daba pena que presenciáramos ese espectáculo. Sin embargo no era la primera vez que veíamos que un niño no le hiciera caso a la profesora a la primera advertencia. Pero pronto nos dimos cuenta del por qué la preocupación de la maestra, Ulises, así se llamaba el niño, se había tumbado al piso negándose a sentarse en la silla, la maestra lo quería levantar, él comenzó a patearla con todas sus fuerzas, ella trataba de someterlo cual policía a un recluso; labor a la cual se añadió mi compañera, pues una que otra patada ya había dado en el blanco, y además en una de las mesitas de colores que había en el salón.

A pesar de lo pequeñito del niño, 4 o 5 años, la maestra no podía controlarlo, sin embargo esa escena no era nada comparada a lo que venía.

Aún en el piso Ulises comenzó a gritar a todo pulmón, “maldita vieja, pinche vieja, suélteme culera, es una puta, ¡pendeja!, ¡Puta!, todas las mujeres son unas putas, pinche vieja vallase a la ver…” y así continuó con todo el repertorio que a su corta edad ya conocía, cada vez gritaba más y más fuerte, la maestra se mantenía bastante tranquila mientras veía al niño retorciéndose en el piso y gritando como poseído.

Mi compañera y yo nos quedamos inmóviles, no sabíamos que hacer ni que decir, voltee a ver a los demás niños, todos estaban en silencio viendo la escena como si fuera la de una película, pero a juzgar por sus caras me di cuenta que no era la primera vez que pasaba eso en el salón.

Con toda la calma del mundo la maestra se dio la media vuelta y lo dejó ahí tirado, ahora debajo de una de las mesitas, luego dijo en voz alta “Miren niños, como Ulises no hace caso vamos a dejarlo ahí, vamos a ignorarlo y a seguir trabajando”, luego caminó hacía nosotras, movió su cabeza a forma de reprobación y nos dijo “Y antes era peor”. Como no hubo contestación de nuestra parte, la maestra siguió su explicación.

“Es que en su casa él ve mucha violencia, el papá le pega a la mamá, y pues todas esas groserías que él dice aquí es lo que escucha que el señor le dice a ella. Yo ya sospechaba que algo estaba pasando por que la maestra que tuvo a Ulises el año pasado me dijo que el niño a veces venía muy raro a clases y que la mamá siempre estaba evitando hablar con ella. Cuando yo trate de conversar con la mamá me lo negaba, pero un día por fin lo aceptó, el niño es solo el reflejo de lo que pasa en su casa”
Seguimos con la práctica, la maestra salió del salón por que iban a tener una junta con los padres de familia, justamente esa era la razón por la que estábamos ahí, la directora necesitaba que alguien se hiciera cargo de todos los niños mientras las maestras estaban con los padres de familia, y como conocía a nuestra maestra de la universidad pues se confabularon, solo que como no le había confirmado nuestra asistencia se sorprendió al vernos llegar. Pero bueno esa es otra historia.

Al quedarnos solas con el grupo temimos que ahora nosotras seríamos el blanco de Ulises, sin embargo ya muy seriecito y con la cabeza gacha se me acerco, me jaló de la manga para llamar mi atención y me dijo “¿Y yo que voy a hacer?”, antes de irse, la maestra nos dio la orden de ignorarlo, a nosotras y a todo el grupo, él ya había ido con mi compañera que si hizo caso a la petición, pero yo y mi corazón de pollo no podíamos, esa carita, sus ojitos llorosos y conocedora de lo que ocurría en su casa no me atreví a ignorarlo, así que me “aventé” un choro mareador tipo abuelita, hablándole sobre la importancia del respeto, etc., y luego le di material para que trabajara.

Ulises se portó bien lo que restaba del día. Aunque ya pasó casi un año su nombre no se me ha olvidado, ni tampoco la escena que presencié. Espero que las situación en su escuela y sobre todo en su casa hayan mejorado.
 

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