La planeación resultó algo defectuosa, exceso de tiempo y falta de actividades. Los niños estaban ya artos de seguir repasando multiplicaciones y divisiones. Ya sé, vamos a jugar a algo.
Dos equipos, un pizarrón, dos marcadores y muchos papelitos.Cada equipo debía sacar un papelito, ver el nombre del personaje que estaba escrito y dibujarlo (o por lo menos intentar), en el pizarrón para que sus compañeros de equipo adivinaran.
El juego transcurrió sin ninguna eventualidad, salvo algunas risas por los dibujos tan... ¿Abstractos?
Era el turno de otra de las niñas, sacó el papelito, lo abrió y
- Maestra ¿Qué es eso?
- ¿Qué es qué?
- Esto – Me dio el papelito, inicialmente supuse que no le entendía a mi letra. Tome el papel y le leí.
- ¿Cómo que, qué es? Pues ¡Garfield!
- ¿Qué es eso?
- ¡Garfield!
Mi pequeña estudiante seguía con cara de no tener ni la más mínima idea de lo que le estaba hablando; y yo seguía intentando que ella recordara al gato naranja que comía lasaña y aventaba a su amiguito perro del sillón.
- ¡Garfield, el gato de la caricatura!
Mis esfuerzos eran inútiles, ella no lo recordaba. Eso pensé yo, que no lo recordaba.
Estaba bien, se anulaba ese papel y ella tomaría otro. Todo su equipo preguntaba el por qué, yo les explique que su compañera no conocía al personaje y entonces todos los niños comenzaron a pregúntame que decía el papel.
Yo exclame - !Garfield! - , teniendo la certeza de que a continuación escucharía un –Ahhhh… que fácil- o - ¿Cómo no conoces a Garfield?- como reclamo a su compañera.
Sin embargo todos se quedaron en silencio, yo sonreía y repasaba con la mirada sus caras buscando una expresión que me diera respuesta.
Entonces escuché
-¿Quién es ese?
Y volví a comenzar, pero esta vez de forma grupal - ¡Garfield!, el gato ese anaranjado-
Seguía sin haber respuesta, - ¿Alguien conoce a Garfield?
Todos me contestaron: ¡no!
-¿Quién es ese?
Y volví a comenzar, pero esta vez de forma grupal - ¡Garfield!, el gato ese anaranjado-
Seguía sin haber respuesta, - ¿Alguien conoce a Garfield?
Todos me contestaron: ¡no!
No es que no recordaran al gato panzón, es que ¡no lo conocían!. La idea atormentó mi mente, ¿Cómo que no conocían a Garfield?, si hace poco yo llegaba de la primaria y ahí estaba en la televisión junto con sus amigos, el huevo ese con patas, el cerdo y el pato que tenía un salvavidas puesto, que a su vez tenía un adorno igual a su cabeza… bueno los que vieron la caricatura me entenderán.
En ese instante caí en cuenta que de ahora en adelante tendría que hablar como mis maestros o mis papás, y anteponer la frase “en mis tiempos” a cualquier descripción de personaje y/o programa, canción, artista del que quisiera hablar y que no sea ya tan famoso en la actualidad. Ahora sería yo la que dijera “pues unos monos que salen en una caricatura…” y después de esto diría un nombre pronunciándolo incorrectamente, así como tantas veces escuché hacer a “los adultos”, como ejemplo puedo citar:
“pues unos monos que salen en una caricatura, que se pelean y lanzan rayos, los pokedragones o quien sabe cómo se llaman”
(Nunca supe si se referían a Pokémon o a Dragon Ball)
Ahora yo era “los adultos”, en el inicio de mi segunda década de vida esos niños me hicieron sentir completamente OUT.
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