lunes, 6 de diciembre de 2010

Que asco me da




Era Sábado, de esos en los que lo que uno menos quiere es levantarse, pero tenía que hacerlo había 15 niños esperándome. Teníamos que seguir repasando los temas de español y matemáticas para que pudieran mejorar sus calificaciones. En un día teníamos que repasar lo de toda una semana, les decían tutorías, pero yo lo llamaría clases condensadas.

Llegué temprano y como siempre ya había niños en la escuela, aproveche para platicar con ellos, ¿Cómo les había ido durante la semana?, ¿Qué temas vieron?, etc.
Se pusieron alrededor del escritorio, eran 4 peques, un niño y tres niñas. Empezaron a hablar sobre sus clases, pronto sería lunes de nuevo. Mientras yo buscaba mi cuaderno donde traía la lista, siempre se pierde, o mejor dicho lo pierdo.
Violeta comenzó a hacer caras de enojo, y escuché palabras como “!no!, ! Que flojera!”, entonces fijé mi atención de nuevo en ellos.

-¿No que?
-No queremos venir a la escuela
-Y eso ¿Por qué?
-Es que el profe se enojó mucho ayer, y va a venir enojado el lunes
¿Por qué se enojó?

A partir de esta frase, todos comenzaron a hablar al mismo tiempo, escuchaba todas sus vocecitas revueltas en un mar de quejidos y “efectos de sonido”
-A ver, no entiendo nada, uno explíqueme.

Violeta comenzó a relatar lo acontecido:
-Es que el viernes el profe se enojó con Giovanni por que estaba jugando con otro niño del salón.

Giovanni interrumpió
- No! Yo no estaba ¡jugando! él me estaba molestando!, a ver, yo le explico tú no sabes nada. Es que yo aventé una bola de papel a el niño y como el profe me vio se enojó, pero se la aventé porque me “hacía caras”.

Ahora Violeta lo interrumpió a él.
- Si, y entonces le dio un bachón.
Yo – ¿Cómo que le dio un bachón?

Jéssica – Si, es que el profe nos da bachones, con esto (y me señalo sus nudillos), y si duele, a mí una vez me dio uno.

Al unísono escuché un ¡A mí también!, a partir de ahí todos comenzaron a contarme lo que el profesor les había hecho, a ellos y a otros compañeros. En resumen les pegaba con un “lápiz aguado”, esos lápices que se pusieron de moda un tiempo que eran muy flexibles, también les daba “bachones”, pero el climax del relato vino cuando me preguntaron:

Violeta – Si ¿se fijó el otro día que vino usted a hablar con él?
Yo - ¿En qué?
Violeta – En el “latiguito” que trae, ahí colgado de la mano.

A lo que Violeta se refería era a una cuarta, que traía amarrada a su muñeca, y la cual era usada para castigarlos, golpeándoles las palmas de las manos. Ese día incluso Giovanni me enseñó las marcas que le había dejado en la mano.

Ese profesor me cayó mal desde el primer día que lo conocí, por prepotente y acosador, pero no pensé que hiciera eso con sus alumnos. Me escandalicé más al recordar su comentario ese día “Yo estudié para ser maestro de preescolar, pero pues me mandaron para acá”, si a estas criaturas de cuarto año las trataba así, no quería ni imaginarlo con niños de 4 años.

Lo primero que hice fue platicarle a mi compañera, que tampoco podía creerlo. Después con los demás tutores, todos difirieron en ¿Cómo actuar?, pero coincidimos en que teníamos que hacerlo. Hablamos con nuestro coordinador, quien a su vez habló con su jefa, y ella habló con la subdirectora.

¿Acaso se fue el profesor?, no.

Comenzamos a aleccionar a los niños sobre el maltrato infantil, a decirles que les dijeran a sus papás, pero sus respuestas me sorprendieron.

ellos - No, no hagan nada, es que si dicen algo el profe se va a enojar más
yo - Pero es que está mal, no vamos a dejar que el siga haciendo esto.
ellos - Maestra, es que si alguien nos pregunta vamos a decir que no es cierto, si alguien nos pregunta si nos pega vamos a decir que no, y van a pensar que ustedes dijeron mentiras. Al cabo ya falta poco para que termine el año.

Hicimos presión de nuevo, esta vez la jefa, de la jefa de nuestro coordinador, según nos dijeron, habló con los directivos. Y de pasada nos dijeron que dejáramos ese asunto en sus manos.

¿Ahora si lo corrieron? NO

No estábamos ante un profesor con mal carácter, era un hombre abusivo que los estaba violentando físicamente, y no pudieron correrlo.

¿Cuantos casos conocemos de profesores a los que solo cambian de plantel, a los que los mismos directores encubren?

Me acordé de una plática con mi maestra de recursos didácticos:
- Pero ¿cómo el sindicato puede defender con uñas y dientes a un profesor que abusó a una niña?
- Es que esa es la labor del sindicato, defenderlo a pesar de todo.
- Debería ser todo lo contrario, deberían de darle la espalda, está ensuciando el nombre del gremio.
- Si así debería ser, pero no es.
- Hasta asco me da.

La maestra solo me hizo un gesto dándome a entender que ella pensaba lo mismo.

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